Tomado de la Filosofía de la Cámara Uno:
Éste es uno de los tres principios de vida que aceleran la experiencia transformacional y ayudan a alinear al instrumento humano con la perspectiva del Soberano Integral.
La experiencia transformacional consiste en tomar conciencia de que la realidad percibida es la Realidad de la Fuente personificada en la forma de preferencias individuales.
OBSERVACIÓN DE LA FUENTE EN TODAS LAS COSAS
Este es el principio de que la Primera Fuente está presente en todas las realidades mediante todas las manifestaciones de energía.
La Primera Fuente ESTÁ entretejida en todas las cosas como un mosaico cuyas piezas se adhieren a la misma pared, y de este modo, las unifica. Sin embargo, no es la imagen la que unifica el mosaico, sino la pared sobre la cual las piezas se adhieren. Igualmente, la Primera Fuente pinta una imagen tan diversa y aparentemente desligada que parece no existir unificación. No obstante, no es la manifestación externa lo que unifica, lo que unifica todas las manifestaciones es el centro de energía interno sobre el cual las diferentes piezas están dispuestas.
Esta pieza central de energía es el almacén colectivo de toda vida en todos los campos de vibración dentro del Universo de la Totalidad. Es la Primera Fuente quien se desprende de SÍ MISMA en todas las formas mediante la proyección de SU Inteligencia de la Fuente en todos los fragmentos de vida. De este modo, la Inteligencia de la Fuente —actuando como una extensión de la Primera Fuente— es la energía unificadora que es la “pared” sobre la cual las piezas del mosaico de la vida se adhieren. La vida fluye desde una Fuente de energía que vincula todo al Todo y uno al Uno.
La Observación de la Fuente en Todas las Cosas es el principio de que todas las manifestaciones de vida conllevan una expresión de la Primera Fuente. No importa hasta que punto la energía unificadora haya sido distorsionada o corrompida; la Fuente puede ser observada. Es la acción de percibir la unificación de energía incluso cuando las manifestaciones externas parecen aleatorias, distorsionadas, desligadas, o caóticas.
Cuando todas las manifestaciones de vida son genuinamente percibidas como expresiones fragmentadas de la Primera Fuente, la vibración de igualdad que es la base de todas las formas de vida se vuelve perceptible al instrumento humano.
La vida emerge inicialmente como una extensión de la Realidad de la Fuente, y posteriormente, como una frecuencia de energía individualizada otorgada dentro de una forma.
Esta frecuencia de energía individualizada, en su estado puro y atemporal, vibra precisamente igual para todas las manifestaciones de vida. Este es el denominador común que toda vida comparte. Este es el tono-vibración de igualdad que puede ser observado dentro de todas las formas de vida que unifican todas las expresiones de la diversidad hasta la base de la existencia conocida como la Primera Fuente. Si un individuo es capaz de ver cualquier forma de vida con la perspectiva de la igualdad, entonces estárá observando a la Fuente en todas las cosas.
Aunque esto parece ser un concepto abstracto, se hace realidad mediante la práctica de buscar las manifestaciones externas e internas de la Primera Fuente.
En un sentido muy real, el individuo espera observar el funcionamiento de la Inteligencia de la Fuente en todo aspecto de su experiencia.
En un sentido muy real, el individuo espera observar el funcionamiento de la Inteligencia de la Fuente en todo aspecto de su experiencia.
Es la expectativa irrefutable de que cada cosa está en su posición correcta, cumpliendo su función óptima, y sirviendo el propósito de activar la más plena expresión de su vida en el momento presente.
Es la perspectiva de que toda vida está en un estado de óptima realización y experiencia más allá de su condición o circunstancia.
Es la percepción de que la vida es perfecta en su expresión porque fluye desde la perfección, y que no importa cuán diversas y divergentes sean sus manifestaciones, la vida es la extensión de la Realidad de la Fuente.
Considerando la confusión evidente y la destrucción aparente que acompaña la vida sobre la Tierra, esta es una perspectiva o percepción que parece ingenua. ¿Cómo puede la vida —en todas sus formas y expresiones— ser percibida como óptima y perfecta? Esta es la gran paradoja de la vida, y no puede ser reconciliada con las capacidades mentales o emocionales del instrumento humano. Únicamente puede ser entendida en el contexto de la entidad, la que es inmortal, ilimitada, eterna y soberana. Las paradojas existen porque el drama humano está muy limitado en alcance y escala como para permitir que una percepción de totalidad intervenga y revele cómo están unificadas en perfecta relación las piezas del rompecabezas.
Las dimensiones de tiempo y espacio y los elementos de energía y materia circunscriben el drama humano. Es interpretado sobre escenarios de supervivencia y conducta disfuncional debido a los métodos de la Jerarquía de controlar la información y manipular las condiciones. La entidad dentro del instrumento humano está en gran medida inexpresada y subutilizada en el drama humano, y por ello, las deformaciones e imperfecciones aparentes de la vida son vistas aisladamente como impedimentos hacia la perfección en lugar de ser vistas como la perfección en sí misma.
La vida es perfecta en su determinación por expandir y expresar una inteligencia que es ilimitada. Este es el propósito fundamental de la vida en todas sus diversas manifestaciones, y ésta es la presencia de la Primera Fuente —expresándose a SÍ MISMA como una vibración de igualdad— que puede ser observada en todas las cosas. Las entradas sensoriales procedentes del instrumento humano están limitadas a frecuencias en rangos específicos que sólo pueden transmitir un eco de esta vibración de la Fuente.
La verdadera frecuencia es asimilada mediante la contemplación deliberada y enfocada de igualdad inherente en todas las cosas, y la habilidad de penetrar más allá de la imagen de una cosa hasta el origen de la imagen.
Estos conocimientos profundos requieren de un nuevo sistema sensorial más allá de los cinco sentidos que rigen el mundo humano en tu tiempo. Estos nuevos sentidos son el resultado de la activación de los Códigos de la Fuente, y representan el primer paso de la experiencia transformacional. Con esta nueva habilidad perceptiva, el instrumento humano será capaz de sentir no solo la presencia de la Primera Fuente, sino también la esencia atemporal dentro de toda vida que está individualizada y separada de una manera única de la Primera Fuente.
Inspirar las percepciones de la entidad dentro del instrumento humano es el método ideal para acceder a una sensibilidad duradera de la vibración de la Fuente. Así es cómo un individuo puede desarrollar la habilidad de observar la Fuente en todas las cosas. No es sólo que la Primera Fuente esté dentro de cada manifestación individual de energía, sino que también es en sí misma la totalidad de la vida. Consecuentemente, el principio requiere una observación de la Fuente en todas SUS diversas formas de manifestación, así como en la totalidad de la vida.